05/11/12

Miss Moshou: Amores Prohibidos

Disfrutaba de la tarde calurosa, el aire caliente circulaba allá afuera fundiendo todo lo que a su paso encontraba, pero eso era lo que menos me preocupaba en aquel momento. Un extraña sensación  lastimaba severamente mi corazón, sentía como si la iba deshabitando lenta y cautelosamente, mi primera impresión es el miedo, un escalofrío me recorre detenidamente y una extraña sensación se apodera de mí soliendo terminar con un berrinche como si un demonio que se apoderará de mí y me hiciera desconocerme por fuera y por dentro. Dejé que aquella extraña sensación que se apodera de mi ocasionalmente hiciera su arribo y desapareciera como en muchas otras ocasiones, relaje mi cuerpo, dispuse mi alma, me entregué a ella y el sueño se presentó. Recordé aquel mágico momento que vivimos el viernes, cuando me sentí la cenicienta de los cuentos de hada al estilo siglo xxi, el fondo musical era tan perceptible en mis recuerdos que las sensaciones que me provocaron tus manos al rodear mi cuerpo eran tan vívidas como si te hubieras transportado en aquel instante a la habitación y bailáramos al compás y ritmo de la música de la ocasión, sentí como la pasión nos envolvía en uno sólo, como la calidez de nuestros cuerpos formaban en ese preciso momento del tiempo la creación de una fórmula mágica desconocida, aquella conexión que se presentaba como desconocida me hizo viajar mas atrás en el tiempo y recordar cuando hicimos nuestro viaje hacia el cielo y las estrellas, todo parecía transportarme a una galaxia irreconocible casi inexplorable. Reíamos y nos sabíamos a la vez cómplices y extraños, como dos seres inexistentes que unen sus vidas por única ocasión en un espacio y lugar determinados dejando de lado la humanidad entera y todos sus ajetreos. Me sentía muy tranquila, sin miedos, disfrutaba cada segundo que el tiempo me regalaba, deseaba que todo se detuviera en aquel instante, cuando deseaba caminar contigo de la mano, ser tu amiga, tu cómplice, tu amante.

Un extraño ruido me despertó de aquella mezcla de viajes y me hizo regresar a la realidad. Aún sentía mi cuerpo estremecerse y al corazón palpitar con tanta felicidad que me era difícil conterlo, el aire en la habitación era tan liviana, tan diáfana, tu presencia aún me parecía tan perceptible y sentía como tu mano se desprendía poco a poco de la mía, queriéndose más nunca separarse. Estaba asombrada de que pudiera ser capaz de experimentar tanta felicidad, que un extraño pudiera hacer cambiar mi mundo por el de una realidad ajena y tan distinta a la que estoy acostumbrada, soñé con tenerte, con entregarme y dejarnos llevar el uno a el otro aunque en el fondo se que seguirías siendo un amor prohibido.  

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